martes, 22 de marzo de 2011

El camino de la seda en el Quijote, de Toledo a Murcia.

"...En esto, llegó a un camino que en cuatro se dividía, y luego se le vino a la imaginación las encrucejadas donde los caballeros andantes se ponían a pensar cuál camino de aquéllos tomarían, y, por imitarlos, estuvo un rato quedo; y, al cabo de haberlo muy bien pensado, soltó la rienda a Rocinante, dejando a la voluntad del rocín la suya, el cual siguió su primer intento, que fue el irse camino de su caballeriza.
Y, habiendo andado como dos millas, descubrió don Quijote un grande tropel de gente, que, como después se supo, eran unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia. Eran seis, y venían con sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie. Apenas los divisó don Quijote, cuando se imaginó ser cosa de nueva aventura; y, por imitar en todo cuanto a él le parecía posible los pasos que había leído en sus libros, le pareció venir allí de molde uno que pensaba hacer. Y así, con gentil continente y denuedo, se afirmó bien en los estribos, apretó la lanza, llegó la adarga al pecho, y, puesto en la mitad del camino, estuvo esperando que aquellos caballeros andantes llegasen, que ya él por tales los tenía y juzgaba; y, cuando llegaron a trecho que se pudieron ver y oír, levantó don Quijote la voz, y con ademán arrogante dijo:
-Todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso.
Paráronse los mercaderes al son destas razones, y a ver la estraña figura del que las decía; y, por la figura y por las razones, luego echaron de ver la locura de su dueño; mas quisieron ver despacio en qué paraba aquella confesión que se les pedía, y uno dellos, que era un poco burlón y muy mucho discreto, le dijo:
Ilustración de G. Doré
-Señor caballero, nosotros no conocemos quién sea esa buena señora que decís; mostrádnosla: que si ella fuere de tanta hermosura como significáis, de buena gana y sin apremio alguno confesaremos la verdad que por parte vuestra nos es pedida.
-Si os la mostrara -replicó don Quijote-, ¿qué hiciérades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo sois en batalla, gente descomunal y soberbia. Que, ahora vengáis uno a uno, como pide la orden de caballería, ora todos juntos, como es costumbre y mala usanza de los de vuestra ralea, aquí os aguardo y espero, confiado en la razón que de mi parte tengo.
-Señor caballero -replicó el mercader-, suplico a vuestra merced, en nombre de todos estos príncipes que aquí estamos, que, porque no encarguemos nuestras conciencias confesando una cosa por nosotros jamás vista ni oída, y más siendo tan en perjuicio de las emperatrices y reinas del Alcarria y Estremadura, que vuestra merced sea servido de mostrarnos algún retrato de esa señora, aunque sea tamaño como un grano de trigo; que por el hilo se sacará el ovillo, y quedaremos con esto satisfechos y seguros, y vuestra merced quedará contento y pagado; y aun creo que estamos ya tan de su parte que, aunque su retrato nos muestre que es tuerta de un ojo y que del otro le mana bermellón y piedra azufre, con todo eso, por complacer a vuestra merced, diremos en su favor todo lo que quisiere.
-No le mana, canalla infame -respondió don Quijote, encendido en cólera-; no le mana, digo, eso que decís, sino ámbar y algalia entre algodones; y no es tuerta ni corcovada, sino más derecha que un huso de Guadarrama. Pero vosotros pagaréis la grande blasfemia que habéis dicho contra tamaña beldad como es la de mi señora.
Y, en diciendo esto, arremetió con la lanza baja contra el que lo había dicho, con tanta furia y enojo que, si la buena suerte no hiciera que en la mitad del camino tropezara y cayera Rocinante, lo pasara mal el atrevido mercader. Cayó Rocinante, y fue rodando su amo una buena pieza por el campo; y, queriéndose levantar, jamás pudo: tal embarazo le causaban la lanza, adarga, espuelas y celada, con el peso de las antiguas armas. Y, entretanto que pugnaba por levantarse y no podía, estaba diciendo:
-¡Non fuyáis, gente cobarde; gente cautiva, atended!; que no por culpa mía, sino de mi caballo, estoy aquí tendido.
Un mozo de mulas de los que allí venían, que no debía de ser muy bien intencionado, oyendo decir al pobre caído tantas arrogancias, no lo pudo sufrir sin darle la respuesta en las costillas. Y, llegándose a él, tomó la lanza, y, después de haberla hecho pedazos, con uno dellos comenzó a dar a nuestro don Quijote tantos palos que, a despecho y pesar de sus armas, le molió como cibera. Dábanle voces sus amos que no le diese tanto y que le dejase, pero estaba ya el mozo picado y no quiso dejar el juego hasta envidar todo el resto de su cólera; y, acudiendo por los demás trozos de la lanza, los acabó de deshacer sobre el miserable caído, que, con toda aquella tempestad de palos que sobre él vía, no cerraba la boca, amenazando al cielo y a la tierra, y a los malandrines, que tal le parecían.
Cansóse el mozo, y los mercaderes siguieron su camino, llevando qué contar en todo él del pobre apaleado. El cual, después que se vio solo, tornó a probar si podía levantarse; pero si no lo pudo hacer cuando sano y bueno, ¿cómo lo haría molido y casi deshecho? Y aún se tenía por dichoso, pareciéndole que aquélla era propia desgracia de caballeros andantes, y toda la atribuía a la falta de su caballo, y no era posible levantarse, según tenía brumado todo el cuerpo...".

Localización.
 Escogeremos como referencia la patria de la sin par Dulcinea: El Toboso; “...en un lugar cerca del suyo había una moza...” (1ª-I- pág.52) del que se dice que es fama que la mandó fundar en el año 1.275, el gran maestre de la Orden de Santiago D. Pelayo Pérez Correa, para asegurar el camino de Toledo a Murcia durante el reinado de Alfonso X el Sabio. Posteriormente este camino sería conocido como Camino de la Seda.
Quintanar de la Orden dista unos 9 kilómetros de la villa del Toboso y por tanto no queda muy alejado del camino de Toledo a Murcia. Con este dato, unido a que Quintanar de la Orden posee uno de los términos municipales más reducidos de la comarca (8.821 Has.), podemos situar la zona de acción de Don Quijote en un área geográfica real no demasiado extensa.
 Tanto el Repertorio de Caminos de Pero Juan Villuga del año 1.546, como el del Correo Alonso de Meneses, de 1.576, describen el camino de Toledo a Murcia, con el siguiente recorrido: Toledo, Nambroca, Almonacid, Tembleque, Villacañas, El Molinillo (1), Miguel Esteban, El Toboso, Manjavacas (2), Las Mesas, El Provencio, Minaya, La Roda, La Gineta, Albacete, Chinchilla... Murcia, con un total de 59 leguas. (3)
 Debemos considerar también la existencia de otros caminos que discurren paralelos al anterior y que, saliendo de Toledo por el mismo lugar, se bifurcan y vuelven a encontrar en algunas poblaciones -casi todos en el Toboso y sus cercanías-. Dichos caminos pueden discurrir por diferentes zonas de un mismo término municipal. Como ejemplo ilustrativo, podemos comprobar las coincidencias y diferencias entre el anterior camino de la seda y el camino de Santiago de Compostela a Alicante -extraído de los mismos repertorios- que, pasando por Toledo, continúa por Nambroca, Almonacid, Bogas, Tembleque, Villacañas (en este caso por la parte norte del término junto a las ermitas de la Esperanza y de San Gregorio), Puebla de Don Fadrique, La Puebla, El Toboso, Manjavacas, y de aquí sigue el mismo recorrido que el anterior hasta Chinchilla, para desde allí dirigirse a Alicante. Algo parecido ocurre con el de Toledo a Valencia, una mezcla de los dos anteriores, pues pasa también por Bogas, pero de Villacañas se dirige a Miguel Esteban y El Toboso, donde se bifurca hacia Mota del Cuervo y de aquí a Valencia.
 (1)– El Molinillo; - No se encuentra ningún dato sobre esta aldea, que en la practica se debería ubicar en la zona donde convergen los términos municipales de Villa de Don Fadrique, Puebla de Almoradiel y Quero, ya que según los repertorios citados, se encontraría a mitad de camino entre Villacañas y Miguel Esteban, entre los que media una distancia de cuatro leguas (algo más de 22 kilómetros) distando dos leguas de cada una de ellas.
 En los planos actuales, encontramos una distancia en línea recta entre Villacañas y Miguel Esteban de 25 kilómetros, por supuesto que no podemos exigir unas medidas escrupulosas a estos ancestros de las guías modernas, pero curiosamente y con una exactitud milimétrica nos encontramos, justo a la mitad del trayecto, con un camino que cruza llamado de La Ventilla, y que parte de La Villa de Don Fadrique con el nombre de Camino del Molino del Viejo. También encontramos otros topónimos de interés como: la Cañada de los Torteros, que cruza con este camino por esta misma zona, o el puente sobre el Riansares a la salida de Villacañas en esta dirección, que conserva el nombre de Puente del Toboso. Por lo que todos los indicios apuntan a una entidad de población menor a una aldea, posiblemente un molino del Cigüela con una pequeña venta anexa, que aprovecharía la encrucijada de este camino con la vía pecuaria, y recibiría el nombre de la mezcla de Molino y Ventilla.
- Manjavacas: A diferencia de la anterior, ésta si está documentada como una aldea desaparecida perteneciente a Mota del Cuervo, ocupada en la actualidad por la ermita de la Virgen de Manjavacas.
(3) - El camino citado no tiene necesariamente que pasar por las poblaciones, sino que lo puede hacer por sus respectivos términos, existiendo, eso sí, las preceptivas desviaciones que conducirían a las villas, y que vendrían a ser como las actuales áreas de servicio de las modernas vías.
Estas variantes en la ruta debemos tenerlas en cuenta a la hora de ser utilizados como ramales alternativos al camino de la seda, pues es más que probable que el empleo de uno u otro dependiera, según la época del año, de factores tales como la existencia de vados para atravesar los ríos -es el caso de los que cruzan el Algodor en el camino de Almonacid a Bogas: Vado de las Calesas y Vado de los Carboneros-, o de la posibilidad de hacerlo por un puente como el de Finisterre en el camino de Almonacid a Tembleque. El hecho de que algunos de estos caminos pasaran por las cercanías de los pueblos y no por los pueblos mismos, puede deberse también a que fueran en origen antiguas calzadas romanas y por lo tanto anteriores a la fundación de las villas medievales. Este podía ser el caso del ramal que pasa por Bogas, en el que aún hoy podemos encontrar vestigios de una antigua calzada.
Encontramos también una cita sobre otro camino o ramal, en las respuestas dadas por la villa de Camuñas en 1576 a las llamadas Relaciones de Felipe II: “No es pueblo muy pasajero, aunque está en el paso de los carros que van de Toledo a Murcia e a Valencia. Hay una venta a dos leguas de esta villa, la cual se arrienda por cincuenta ducados cada año...” (Resp.55). Desconocemos si esta descripción se corresponde con alguna de las rutas anteriores, pues no se cita Camuñas aún cuando era sabido que este camino pasaba rozando su término al discurrir por los de Tembleque y Villacañas. Por cierto que éste a su vez es atravesado por un ramal con el nombre de Camino de Tinajeros, que se dirige al Toboso pasando cerca de Quero.
En la actualidad, la ruta más corta -que no la más rápida- entre Toledo y Murcia, pasa por: Mora, Madridejos, Camuñas, Alcázar de San Juan, Tomelloso, Munera, Hellín...etc. Podemos dar casi por hecho que esta otra ruta Toledo–Murcia ya era practicable en los siglos XVI y XVII, si bien dos motivos esenciales nos llevan a descartarla: el primero, la distancia que existe entre este camino y Quintanar de la Orden; unos 30 kilómetros en su parte más cercana -Alcázar de San Juan-, cuando ya hemos visto que el camino por el que se movía Don Quijote debía transcurrir a poca distancia de Quintanar; y el segundo, la comodidad y seguridad, puesto que, a diferencia del camino arriba propuesto, en este otro nos encontramos con grandes distancias entre poblaciones. De hecho y por poner un ejemplo, Alcázar y Tomelloso se encuentran separados por más de 30 kilómetros de páramo manchego, lo que supondría una jornada de camino demasiado apretada y dura para realizarla en pleno mes de julio. Lo mismo ocurre entre Tomelloso y Sotuélamos ó Munera, con más de 40 kilómetros a través de monte y sin un punto de parada y abastecimiento intermedio. Un territorio, en definitiva, propicio para los salteadores de caminos, mas aún si lo que se transporta es un artículo de lujo como la seda, botín codiciado donde los haya. Creemos por lo tanto que nuestros mercaderes, en beneficio de su seguridad, no se lo pensarían a la hora de optar por el camino tradicional de Toledo a Murcia, en el que apenas invertirían una jornada extra en pro de la comodidad y la seguridad.


LOS CAMINOS DE LA SEDA, SEGÚN REPERTORIOS DE CAMINOS DE P. JUAN VILLUGA (1.546) Y ALONSO DE MENESES (1.576)

DE TOLEDO A MURCIA:
NAMBROCA-ALMONACID-TEMBLEQUE-VILLACAÑAS-ELMOLINILLO-MIGUEL ESTEBAN-EL TOBOSO. . .
- DE SANTIAGO A ALICANTE (VARIANTE):
NAMBROCA-ALMONACID-BOGAS-TEMBLEQUE-VILLACAÑAS-P. DON FADRIQUE-LA PUEBLA- EL TOBOSO. . .
-DE LISBONA A VALENCIA (VARIANTE):
NAMBROCA-ALMONACID-BOGAS-TEMBLEQUE-VILLACAÑAS-MIGUEL ESTEBAN-EL TOBOSO-M. DEL CUERVO. . .
-¿VÍA ALTERNATIVA? :
NAMBROCA-ALMONACID-MORA-MADRIDEJOS-ALCAZAR DE S. JUAN-TOMELLOSO-MUNERA-HELLIN-MURCIA.
-DIVISIÓN ENTRE MANCHA ALTA Y BAJA SEGÚN MADOZ