sábado, 5 de febrero de 2011

Tejidos almohades (1147-1269).

Según Ibn Jaldun, «los almohades durante el primer período de dominación no adoptaron esa institución (del tiraz), puesto que se regían por el ideal de piedad y sencillez que habían aprendido del imán Muhammad al-Mahdi ben Tumart. Se mostraban reacios a vestir seda u oro. Así pues, el cargo de inspector del tiraz quedó suprimido en su corte. No obstante en la última época de esta dinastía, sus descendientes adoptaron, en cierto modo, este uso [...]». Ésta sería la causa de que existan menos ejemplares del segundo tercio del siglo XII. A finales del siglo XII van apareciendo los tejidos realizados para los reyes Alfonso VIII y Leonor de Inglaterra, fundadores del monasterio de las Huelgas de Burgos, en 1187, en cuyo panteón real fueron enterrados, junto a sus hijos, como los del infante don Sancho. Igualmente los de María de Almenar, hija de Armengol, el Castellano, dama que vivió en la corte castellana y a la que pertenecen espléndidos tejidos, que relacionaremos con otros como los de las vestiduras litúrgicas de Ximénez de Rada.
Capa de Alfonso VIII

Capa de Alfonso VIII
Almohada de Leonor de Inglaterra

Detalle de la almohada de Leonor de Inglaterra
 La dalmática de este conjunto era, como solía en este tipo de piezas, blanca. Ésta se realizó con seda natural de color blanco amarillento, por el paso del tiempo quizá, labrado con filas de roleos vegetales que se enroscan y terminan en cogollitos contrapuestos. En los interespacios vemos estrellas de cuatro puntas y un ataurique menudo. Estos motivos ornamentales pudieron tener su antecedente en los que decoran la superficie de los ciervos de bronce califales con ornamentación incisa muy similar, que los expertos en estas esculturas de bronce describen siempre como simulando el sentido textil. El tejido con ligamento lampás ofrece un aspecto adamascado, en el que se destaca la ornamentación de las tramas blancas de la seda sin torsión sobre el blanco del fondo, y es a lo que llamarían diaspro en los documentos medievales del griego diaspron dos veces blanco (Francesque Michel se basa en el color blanco para establecer esta etimología, que recoge Alfau, 1969, págs. 118-120, para los tejidos del siglo XIII, esta autora piensa que se trataría de alguna particularidad técnica, pues también los había de colores). Aunque también figuran diaspros de colores. Hay otros tejidos que muestran este mismo tema de roleos como el del ataúd del infante don Sancho (1181) en las Huelgas de Burgos, pero éste es en color grisaceo. En las zonas centrales del delantero y espalda de la parte inferior de la dalmática hay guarniciones rectangulares cosidas de otro tejido con técnica taqueté, decoradas con círculos brochados de oro y bordeados de líneas concéntricas de color negro y palmetillas del mismo tono. Dos franjas donde se lee la palabra árabe en cúfico al-yumn (la felicidad), escrita de forma simétrica sirven de marco a otro diseño de medallones de cuatro lóbulos con lazo en las esquinas y estrellas de ocho puntas. Este tejido se asemeja al de la almohada de María de Almenar hacia 1200, en las Huelgas de Burgos y el del obispo de Compostela Bernardo que ejerció su episcopado entre 1225 y 1235. Las mangas son anchas y van ornamentadas con unas franjas de 25 cm en las bocamangas con un tejido de similares características y la invocación árabe en cúfico que dice: Rahman Clemente, refiriéndose a Alláh. La parte superior del pecho y de la espalda se decora con una franja de 7 cm. Donde se lee la palabra baraka (bendición). La ornamentación se completa con estrechos galones, hechos en telar de cartones, alrededor del cuello y la abertura de hombros, y que descienden perpendicularmente en el delantero y la espalda. El alba de Ximénez de Rada es de lino natural color crudo con ligamento tafetán o lienzo, e iba ornamentada en los puños, y también con dos guarniciones cuadrangulares, de 54 cm por 18 cm, que enriquecían la pieza, en las zonas centrales inferiores del ornamento, la de parte delantera, falta actualmente y se conserva la otra simétrica en la parte posterior de la misma. Esta guarnición está formada por un tejido con dos filas de círculos dorados bordeados de seda azul, de dos tamaños, creando un esquema cuadrado por medio de una palmetilla azul oscuro. El ligamento es el lampás con brochado de nido de abeja en los círculos y estrellas en los intersticios, igualmente brochadas con espolín y franjas con inscripciones; y se considera una derivación de los círculos almorávides que contenían elementos figurativos cada vez más esquemáticos y han dado paso al esquema cuadrangular con adornos de discos dorados en las esquinas, en la época almohade (Martín i Ros, 1999, pág. 33). Este tejido de la guarnición del alba continúa con una zona en taqueté con diseño de granadas y alif o ápices de letras cúficas. Los puños del alba se adornan con un tejido del mismo tipo taqueté, con franjas de elementos vegetales, combinadas con inscripciones cúficas que dicen alyumn (la felicidad), y de círculos con rosetas.
Almohada de María de Almenar

Detalle de la almohada de María de Almenar

Vestimenta de Ximénez de Rada

Calzas de Ximénez de Rada
Las vestiduras del arzobispo don Rodrigo Ximénez de Rada se asemejan técnica y ornamentalmente con otros tejidos anteriores, como el del infante don Sancho (1181) y como la almohada de María de Almenar, en las Huelgas; a las del obispo compostelano Bernardo (1225-1235), enterrado en Santa María del Sar, de Santiago de Compostela (Villaamil y Castro, 1907); y al paño de doña Mencía de Lara del monasterio de San Andrés del Arroyo (1227) (González, 2005). Estas semejanzas nos permiten suponer que no fueron regaladas por el sultán o emir de Granada a san Fernando y que éste, como homenaje póstumo, se las regalara a su vez al arzobispo, que como hipótesis pensaba el marqués de Cerralbo y se viene repitiendo como cierto, sino que fueran adquiridas en una época anterior, dentro del primer tercio del siglo XIII, al comercio existente de piezas de lujo, coetáneas a los tejidos de las Huelgas. La veneración de las reliquias de san Valero en el siglo XIII hace que en la catedral de Roda de Isábena (Huesca) se realice un terno completo para celebrar la fiesta del santo, en el siglo XIII, posteriormente es llevado a la catedral de Lérida en el siglo XV para restaurarlo y se adapta a la nueva modalidad de indumentaria litúrgica de ese momento, de ahí que se cortaran algunos trozos que hoy están repartidos en diferentes museos. En este estudio tenemos seis fragmentos, dos de ellos pertenecientes a las dalmáticas, otro a la capa, así como otros tres a la casulla, del Instituto de Valencia de Don Juan. Tras las restauraciones de hace unos años en la Fundación Abegg de Berna, se conservan las piezas en el Museo Textil y de Indumentaria de Barcelona.
Tejidos de San Valero

Tejido de San Valero

Tejido de San Valero

Pellote de Enrique I
En la dalmática de san Valero, del Instituto Valencia de Don Juan, la ornamentación se crea a base de unos cuadrados, configurados al cruzarse de forma transversal unas bandas estrechas de lacería de oro sobre fondo azul celeste intenso. El interior de los cuadrados se llena con estrellas o rosetas lobuladas de lazo de ocho puntas. En cada esquina de los cuadrados hay unos puntos dorados, como si se tratase de unos clavillos de oro de una obra de orfebrería. En las intersecciones de los cuadrados se dibujan pequeños cuadraditos de seda verde, que podrían recordar esmeraldas, ofreciendo un aspecto general de labor de orfebre, por la finura de las líneas doradas entrecruzadas bordeadas de seda roja. El diseño de este tipo de estrellas o rosetas lo podemos ver desde los mármoles califales, como en uno con el nombre de al-Hakam I (Gómez Moreno, 1951, fig. 242), o en la decoración de arte taifa de la Aljafería de Zaragoza del museo de Zaragoza, (Gómez Moreno, 1951, fig. 298d). Otro ejemplo de ese tipo de rosetas lo encontramos en un tablero del almimbar de la mezquita de los andalusíes de Fez, especialmente los del respaldo, al-Andalus. Finalmente, hemos aludido al aspecto metálico de estas piezas por el oro utilizado, recordando igualmente los diseños de las decoraciones geométricas miniadas en coranes de la época almorávide y almohade hechos tanto en Córdoba, Valencia o Sevilla, como en el norte de África (S. Khemir, 1992). La capa de San Valero se conserva igualmente en el Instituto de Valencia de Don Juan. Sobre fondo blanco, vemos rectángulos alineados a modo de sillares que contienen en una fila rosetas estrelladas de ocho lóbulos formadas por el entrecruzamiento de segmentos de circunferencia, algunos de los cuales se prolongan y llenan las esquinas de lacería, el centro lo ocupan flores de ocho pétalos, blancas. La otra fila de rectángulos contiene lacería formada por cinta con base de lazo de ocho, sobre pequeños fondos verde, azul y blanco, y en el centro una roseta de ocho pétalos. Alternan en filas los dos diseños, creados por cintas de oro con perfiles rojo. Podemos ver una similitud en la disposición de estos motivos con los que decoran el almimbar de la gran mezquita de Argel. Incluso en la mezquita de Córdoba vemos en los pilares delante del mihrab unos cuadrados con dos tipos de estrellas similares a los de este tejido. Pero donde la similitud ornamental es mayor es con los diseños de miniaturas de coranes de épocas almorávide y almohade, utilizando los mismos motivos con iguales colores y oro, realizados en Valencia y Sevilla. La semejanza técnica y ornamental con el tejido de la cruz que adorna el ataúd de Enrique I (1217) en las Huelgas, como ya había señalado Gómez-Moreno, nos hace adelantarlo de fecha hasta los primeros años del siglo XIII e igualmente la semejanza técnica con el tejido de las músicas del Archivo de Vich, que estudiamos a continuación, hace adelantar la fecha de esta pieza. El tejido de las músicas, también del Instituto de Valencia de Don Juan, presenta sobre fondo color rojo un diseño con cintas de oro filas de círculos, de dos tamaños, enlazados. Los círculos mayores son de 8 cm de diámetro con el fondo dorado, contienen parejas de figuras femeninas sentadas de frente y tocando una pandereta. Las músicas están dispuestas simétricamente y sirve de eje una lámpara de mezquita de color blanco, que cuelga de la parte superior del medallón. En la plataforma, las caras de las figuras femeninas y las manos son blancas. Los caftanes o túnicas son verdes, rojos y azul marino, respectivamente, con crucecitas doradas, típico de los talleres andalusíes, desde tejidos lampás del siglo XII. Las panderetas son doradas con perfiles rojos. Los círculos menores, de 4 cm, contienen lazos de ocho puntas, dorados sobre fondo blanco y una pequeña estrella en el centro. En cuanto a la técnica es la misma que la de varios tejidos documentados de principios del siglo XIII, como el de la cruz del «forro del ataúd de Enrique I de Castilla», que falleció en 1217, en el panteón real de las Huelgas de Burgos. Así como la capa del terno de san Valero, procedente de la catedral de Roda de Isábena (Huesca). La decoración, aunque es de reminiscencia persa, también aparecía ya en los marfiles califales, este tema de círculos con dos figuras en el interior sentadas sobre plataformas y tocando instrumentos musicales. Lo típico del siglo XIII es la creación de marcos circulares y las estrellas de ocho puntas, a base de cintas que forman lazos entrecruzados, el colorido de fondo rojo entronca con lo nazarí. Piezas afines en lo decorativo, pues están ejecutadas con técnica de tapiz, son la almohada de la reina Berenguela de Castilla, en las Huelgas (1246), y el tejido del obispo Gurb de la catedral de Barcelona, hoy en varios museos, se atribuyen al primer tercio del siglo XIII, así como el de las damas que brindan levantando sus copas del Cooper Hewit Museum de Nueva York. Todas estas figuras estarían relacionadas con escenas del banquete celestial. Hay que recordar que en al-Andalus fueron famosas las mujeres músicas de Úbeda. Estos tejidos de las músicas con panderetas, unas quince piezas, que proceden de la catedral de Vich, fueron aparentemente cortadas de un tamaño circular para colocar debajo de las grandes protuberancias circulares de los libros de coro y se encontraron entre las hojas de un manuscrito del siglo XIII de Vich y las adquirieron coleccionistas europeos y americanos. El Instituto Valencia de Don Juan compró cuatro fragmentos a don Apolinar Sánchez Villaba en 1928 al precio de 10.000 pesetas, cifra significativa para aquella época, lo que nos da una idea de la valoración de este tejido entonces. Finalmente está el fragmento de guarnición del paramento de técnica de tapiz de la dalmática de san Valero. Este pequeño fragmento está cortado con tijeras del paramento cuadrangular que adornaba una de las dos dalmáticas del terno de san Valero, como guarnición hecha con técnica de tapiz en el mismo telar, curiosamente se puede observar que tiene algún componente diferente, como el té negro para el tono beis, al del tejido con ligamento seudolampás, del fragmento de la dalmática del Instituto de Valencia de Don Juan, por lo tanto pertenecería lógicamente a la otra dalmática. Está decorado sobre fondo de oro, con cintas muy finas de lacería blanca que forman estrellas de ocho puntas y medallones polilobulados. Las lacerías se asemejan a las que decoran las yeserías del salón de la Chimenea, en el palacio de la Aljafería de Zaragoza de arte taifa, como posible antecedente ornamental. La cenefa siguiente muestra otra lacería de dos cintas que se cruzan, y la tercera franja muestra parte de la inscripción, que dice: «[...] Al- Daim-wa-al- Yumn [...]» ([...] continua y la prosperidad [...]), en color rojo en caracteres thult andalusí. Son palabras de buenos deseos de felicidad y salud continua para el que lo lleva, frecuentes en este tipo de guarniciones de tapicería, como otro de este mismo Instituto, perteneciente a otra pieza, y procedente de la colección Soto Posada de Cangas de Onís (Asturias). La pieza fechada más antigua de esta serie es la de la almohada de la reina Leonor de Aragón en las Huelgas de Burgos, 1244, aunque ya aparece en las dalmáticas de san Valero, que por la técnica del tejido al que decoran y que forman parte de las mismas urdimbres.

CRISTINA PARTEARROYO LACABA
Instituto Valencia de Don Juan